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Las preocupantes advertencias del CFA

Cecilia Cifuentes Economista y directora del Centro de Estudios Financieros del ESE, UAndes

Por: Cecilia Cifuentes | Publicado: Martes 19 de marzo de 2024 a las 04:00 hrs.
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Cecilia Cifuentes

Las teorías modernas de crecimiento económico apuntan a los factores institucionales como los determinantes más importantes del desarrollo. Entonces, cuando nos preguntamos sobre la significativa caída del crecimiento tendencial en Chile, más que la discusión del “modelo”, debemos preguntarnos cómo estamos en esta materia, que hasta hace algunos años atrás era una de nuestras fortalezas, sobre todo en comparación con otros mercados emergentes.

El deterioro es más que evidente. No sólo en aspectos políticos, regulatorios, de seguridad pública y de confianza, sino también en factores macro, y dentro de éstos, en la sostenibilidad fiscal. Es cierto que todavía tenemos una posición sólida respecto a muchos países, y que globalmente la deuda pública ha aumentado, sin embargo, nuestra situación es especialmente preocupante por tres razones.

“Las advertencias del Consejo Fiscal Autónomo muestran un grado de alarma creciente y es de esperar que el mundo político no haga oídos sordos, dormido en los laureles de una historia de responsabilidad fiscal que ya hace rato no existe”.

La primera es que la responsabilidad fiscal de Chile en el último medio siglo ha sido sin duda el factor más importante en nuestra favorable clasificación de riesgo país, por lo que podríamos vernos enfrentados a nuevas rebajas si no se revierte esta tendencia negativa. La segunda es que, si bien el stock de deuda soberana chilena en términos del PIB está por debajo del promedio mundial, se encuentra en el rango superior de países que más han aumentado la deuda durante la última década (la deuda global, calculando el promedio simple de los países, ha pasado de un 47% del PIB en 2013 a un 60% en 2023, mientras en Chile subió de un 13% a un 38%).

Tercero, y más preocupante, es el grado de voluntarismo político respecto de las promesas de más gasto público, que se anteponen a la disponibilidad real de recursos, dejando de lado el principio de responsabilidad que guio la política fiscal en el último medio siglo. Todo debe provenir supuestamente de nuevas reformas tributarias, que en la última década han recaudado mucho menos de lo esperado, porque no se hacen cargo de su efecto negativo en la eficiencia de la economía y en las decisiones de ahorro e inversión.

Como aspecto positivo, la autonomía del Consejo Fiscal contrarresta en algo el deterioro institucional de finanzas públicas más débiles. Las advertencias del CFA muestran un grado de alarma creciente, y es de esperar que el mundo político no haga oídos sordos, dormido en los laureles de una historia de responsabilidad fiscal que ya hace rato no existe. Aún está a tiempo de despertar.

El último informe del CFA es clarísimo y muy directo: “El Consejo Fiscal Autónomo constata un deterioro de las cifras fiscales en 2023 respecto a 2022 y que las perspectivas a mediano plazo siguen mostrando una situación de estrés, con holguras muy acotadas para 2025-2028”.

¿Por qué es tan importante esta advertencia? Porque la evidencia es muy clara: las crisis fiscales no vienen de procesos lentos y prolongados de deterioro, sino que, cuando los mercados perciben que el déficit fiscal se ha vuelto crónico, se genera un espiral bastante rápido entre la necesidad de nueva deuda y el aumento de su costo financiero, resultando entonces en mayor déficit, mayor necesidad de financiamiento, mayor costo, hasta llegar a una situación crítica. Evitar esa situación exige hacerse cargo ahora del estrés fiscal que enfrentaremos en los próximos años.

¿Y cómo? Primero con supuestos más realistas sobre lo que es posible recaudar reduciendo la evasión y la elusión. Segundo, y más importante, el discurso político debe apuntar claramente a que mientras el país no vuelva a crecer a una tasa similar o superior al promedio mundial de 3%, es totalmente inviable satisfacer las demandas sociales insatisfechas.

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